El ácido láctico es un ingrediente natural que pertenece a la familia de los alfahidroxiácidos (AHA). Se obtiene por la fermentación láctica del azúcar de la leche (lactosa). Otro AHA muy conocido es el ácido glicólico derivado de la caña de azúcar, sin embargo, es más irritantes al penetrar la piel más profundamente.
La aplicación del ácido láctico en la piel tiene efecto exfoliante, es decir, ayuda a retirar las células muertas, lo que mejora la textura de la piel, aporta luminosidad y combate la hiperpigmentación (ver estudio 1 y 2), especialmente la causada por la exposición solar.
También, estimula la producción de colágeno (ver estudio 3) haciendo que la piel gane elasticidad y firmeza, cierra poros y reduce la aparición de líneas de expresión.
Además, es ideal para las pieles secas, puesto que aumenta la concentración de ceramidas, las cuales no solo refuerzan la barrera lipídica de la piel, sino que atraen agua, por lo que mantiene la piel hidratada.
Otra de sus ventajas es que estimula la regeneración de células sin irritar la piel, siendo más suave que otros ácidos como el glicólico, por lo que se puede aplicar en todo tipo de pieles y está especialmente indicado para las más sensibles.